Sin categoría

Átame al latido

            Átame al latido

Resultat d'imatges de abrazos de amor

Otro viernes, el mismo que se acerca al fin de semana, con expectación después de dos meses y medio sin verse, sin saberse del otro. Meses fugados de sudores, repletos de silencios que dejaban un duro sabor a amargo. Tanto de que hablar, y los silencios nunca hacían acto de presencia.

Allí estaba ella, echa un mar de océano de nervios observando la arquitectura de su ciudad condal, mientras admiraba y su corazón desbordaba latidos.

Resultat d'imatges de fotos de parejas de la mano

Tan bella y delicada como la conocí… una escultura, un cuerpo de sentimientos. Compartirla, un sufrimiento que me hiela las venas. La quier tanto… si ella supiera esta forma de amar que tengo…

Se gira soprendida

-¡Hola guapo! – por fin, después de tanto tiempo

-Hola guapa!- respondió con una sonrisa admirada

-No estaba segura de la dirección que me habías dicho en el mensaje, y la costumbre de perderme por Barcelona, sabes que no me puedo resistir…

-jajajaja lo sé

Empezaron a andar, ella le siguió sin duda, sin importar si la llevaba hasta al confín. Recorriendo desde Via Laietana por las calles adentradas de la zona hasta Las Ramblas, contando novedades, compartirse sucesos. Aunque, la costumbre de que su amiga le deleitara con sus risas, carcajadas, sonrojos inevitables. Era tan poco después del tiempo sin verse. Adentrarse en teatros, comprar billetes para dos, y no eran para ellos. Inevitable dolor… Mostrar escaleras, deslizarse entre despachos vacíos y llenos de rutina. y terminar en las terrazas de la calle Carme.

Resultat d'imatges de fotos de parejas de la mano

– ¿Nos sentamos en la terraza? Necesito respirar aire de las calles -preguntó él

-Claro, se esta bien ahora, con este buen tiempo.

Y así, sentados uno frente al otro. Se observaron unos segundos. Ella se había puesto una coraza, no sabía qué le iba deparar aquel momento, por eso decidió no estar demasiados juntos. En cambió, él esperaba tocarse ni que fuera pierna con pierna. Pero se sorprendió de la decisión de ella.

Siguieron hablando, y al rato, vino el camarero.

-¿Qué querréis chicos?-

-Yo una caña, por favor. – se ofreció el amigo

-Que sean dos, por favor. Gracias

La pareja, prosiguió con las habladurías. Trabajos, amigos, anécdotas y risas. En una de estas, con el miedo disparado, se atrevió.

-Estuve hablando con un amigo, y después de pensar y darle vueltas. Quiero preguntarte algo.

-Dime…- ¡Ay dios mío! Ella y las preguntas… No puedo dejarla sola ni un instante. Dejando escapar una leve sonrisa.

-¿Dejarías a tu pareja, para estar conmigo?- casi susurrando, con el corazón encogido.

-Bueno. Hoy quería llevarte a un sitio donde la rutina nos dejara un poco intimidad. Cervezas, sofá, una película. Para estar tú y yo.-Cuando le dijo el lugar, se quedó boquiabierta. Quién le iba a decir que él había pensado en esa opción.

-Pero como no sabía con qué ánimos vendrías ni cómo estarías, aquí estamos.- resumió el hechicero.

-Aparte de esto, hay algo que quería decirte, desde hace tiempo. De hecho, la última vez que estuvimos juntos ya quería pero creí que no era el momento.

-Es cierto que ese día, te noté ida, como que no estabas. A ver, me explico. Nos lo pasamos igual de bien que siempre pero…

-Sí lo sé. Estuve todo el rato, pensando en si decírtelo, si era el momento. En fin…

-No me vengas con respiros, suspiros que te conozco. Dilo ya, que te vas por las ramas.- dijo entre bromas y con muecas el chico.

-jajajaj vale, pero, primero déjame que vaya al servicio.

-Sisi, tú ve pero luego no te escapas.

Resultat d'imatges de mujer eróticas

No entiendo porqué me hace estas torturas, cada vez que tiene que decirme algo importante, me deja a medias. Mientras tanto ella, en el servicio, respira nena, ahora o nunca…con la cabeza alta y decidida. Allí estaba, fingiendo mirar algo en su móvil. No sabe cuanto me cuesta resistirme para darle un abrazo o un beso en sus labios de amapolas. Néctar fundido con los míos.

– Ya estoy aquí. – se acomodó en la silla, a la vez él se inclinó un poco más hacia a ella.

-a ver, cuéntame.

– Estoy enamorada de ti, el no saber nada de ti, no poder llamarte, enviarte mensajes a partir de ciertas horas. Me hiere.

-Ostras…- me esperaba que me dijera que me quería, cómo suele hacer, pero esto es mucho más. ¿Qué le digo? ¿Cómo?

-Cariño mío… Fui yo quién te dijo que te quiero…

Y ahí, entraron en un pequeño y divertido debate entre quién fue primero, cuando y el lugar. Y… para estas cosas, amigos míos, nuestra querida amiga, tiene una memoria infalible (en los anteriores textos). No hay quien la discuta. Le recordó cada uno de los detalles, hasta que él se rindió.

-Tienes razón… ¡Qué memoria!- era increíble esa chica- eres fascinante, mágica, dejando de lado cómo eres en la cama ( que me encantas) con el cuerpo que tienes. Antes de vivir juntos, tendríamos que salir formalmente, y ver cómo nos va.

-Muchas veces hemos hablado de la rutina y tú mismo me has confesado que nos llevaríamos muy bien. Nos respetamos, y eres de las pocas personas que sabes todo, no tengo secretos. No puedo, tenerlos contigo. Siempre te lo he dicho.

-Lo sé, pero los dos sabemos lo que tenemos detrás de esta historia. Dejar las parejas, comportaría grandes consecuencias sociales y la tristeza que se nos avendría  también.

-Podría funcionar… Nos queremos con locura, conviviendo… No sería un problema para ninguno, respetamos nuestros espacios.

Le cogió la mano, con timidez, por miedo quiénes les verían u oyeran, necesitaba sentir esa caricia tan deliciosa que le provoca un frenesí irresistible…

-¿Quién daría el paso de dejar su pareja primero… tú o yo?-  y esa pregunta no se lo había planteado, ella pensaba en todo pero no en eso. Sin embargo, tenía toda la razón. Ahí terminaron…

-En dos días, podríamos vernos y estar juntos y ver cómo nos va… ¿qué te parece? – le propuso, con toda la firmeza y la seguridad de un hombre que ama a una mujer prohibida.

-Vale, pero confírmame el día antes. – se aseguró ella

-Esta más que confirmado cariño. – ilusionado, ansiado.- Bueno… ¿vamos a pagar?

-Sí.- y miro su reloj, tenía un poco de margen para hacer un par de recados antes de regresar a casa.

Sin mucho que discutir, la invitó a las cervezas. Aprovechando que había que esperar, se disculpó para ir al servicio de nuevo. Al volver, la esperaba en la esquina, dónde se abrazaron.

Resultat d'imatges de abrazos de amor

-Te quiero…- tenerla unos segundos entre sus brazos,

-Y yo a ti…-apoyando la cabeza en su pecho, con los ojos cerrados, eternizando el momento íntimo. Luego hizo un ademán de besarle

-No me mires así que sé lo que quieres… y estamos en un sitio demasiado conocido…- le dijo con esa sonrisa que la enamoraba aún más. Volvieron a abrazarse y se marcharon. Sin que ella supiera que él la miraba cómo se iba. Se giró y le mandó un beso con la mano.

¿Por qué será tan difícil amar así? Importuno latido, importuno destino que cruza almas enamoradas sin poder estar juntas. Hilos del universo.

Texto de Tirupathamma Rakhi Escritora.

Resultat d'imatges de parejas abrazadas en las calles de barcelona

 

 

 

erotismo

Al ritmo del sentir

 

Resultado de imagen de erotico

Tornan las puertas al desespero, quién goza del anhelo y se alegra de la incertidumbre. Quién posee la magia de acariciar un cuerpo sin rozar, electriza los poros aún sedientos.

Los días se pasean con la gentileza del andar de un bailarín, saltando obstáculos y jugando a ser el antifaz de la noche. El amante en llamas, firmando la carta antes de presentarse como el maestro de la seducción, una profesión que pocos saben cómo cabalgar en ella. Si con la timidez se juega, se gana con una guerra de jadeos indomables.

Las pieles se secan, adheridos entre recuerdos, las yemas pierden tacto y la sensibilidad envuelve mentes apasionadas.

Sigue leyendo «Al ritmo del sentir»

erotismo

Caprichosa brisa

Dejándose llevar por las caricias saladas, lejanas sin ser rozadas, escuchaban los pensamientos, susurraban con la suave brisa de las genuinas oleadas. Nada preocupante. Respiraba desconcierto, mirada fija a la sabiduría de la naturaleza. Tú mejor que nadie sabe qué es perder la libertad. A ti que te ensucian, conspiran a su antojo. Otros, a sabiendas de la belleza desprendida, te dejas embellecer por los infinitos admiradores recorriendo tu piel.

images (4)

Sigue leyendo «Caprichosa brisa»

Sin categoría

Tornado de tentaciones

Hay veces que las sombras vuelven de la nada, en las terrazas de Barcelona, el ayer desnuda el alma ahogada de penas y dejas surcar los mares para arrimar la cuerda en el hombro más comprensivo que ninguna otra orilla podía deparar el atardecer en la noche dormida de sensaciones.  Una llamada, centenares de mensajes enviaban y recibían nuestros personajes. Se vieron en la ciudad, como solían hacer. Un abrazo de segundos hasta de escasos minutos, un hormigueo les recorre por el cuerpo, sus sonrisas escondidas en la espalda del otro, dejan deslumbran la extrañeza. El anhelo de sentirse el perfume, inundados de tantos sentimientos como latidos bombea el corazón al final del día.

Sigue leyendo «Tornado de tentaciones»

Sin categoría

Estación de sudores

Las ganas de verse eran inconfesables y sus obligaciones eran la mayor prioridad ante su deseo carnal. Cuando podían se veían mientras ella estaba en el trabajo, al inicio de la jornada, tomando un café o un suave desayuno a la vez que él arreglaba sus horarios para poder llegar a todo con el tiempo entre piernas. Los escasos minutos que tenían, disfrutaban de las meras caricias. En los bares de las grandes avenidas de Barcelona, corriendo riesgos para poder estar con su amigo, sentir sus dedos entrelazados, comerse con las miradas, y en su interior rugía el volcán del pecado incondicional, el frenesí de atraparlo en una alguna esquina sin importar quién les pudiera ver, besarle hasta dejarlo saciado, devorarlo a cada parte del minucioso, lujoso cuerpo varonil.

 

Y sin embargo, todo y  nada les frenaba.

Los mensajes de textos eran a diario, si coincidían se llamaban para oírse aquello que no se habían dicho aún, detalles de situaciones que por Whattsup son demasiados largos para escribir y por audio son excesivamente largos. En una de las noches, ella le llamó llorando para explicarle una situación, no sabía qué hacer ni qué decisión tomar, el miedo había vuelto a ella, a revivir aquello que hacía unos años había sufrido sin reparo, dónde la soledad la escogió una vez más mientras las lágrimas brotaban, su mundo se hundía y le tierra la succionaba para envolverla en esa lava putrefacta de odio a sí misma. Se culpaba de cada paso dado, las horas entregadas, las palabras compartidas y hasta de caer en la misma piedra, el amor. Y aunque, al otro lado su amigo la escuchaba, a su manera la calmó de la mejor manera que él podía (y sabía hacer), sincerándose, prometiendo la palabra de su compañía, una de esas amigas especiales que a uno cuesta tener, la confianza que se había creado entre ambos (y desde un buen principio). La relación era más de allá de una simple y mera amistad, menos que una relación de pareja, una estima afligida a la afinidad del deseo no carnal, tal vez de ambas almas.

En el encuentro más cercano, ella se puso su vestido preferido acabado en volantes y unas gafas de sol estilo aviador y él, más moderno, bermudas y una camiseta de algodón fresquito con gafas de sol tipo Rayban, con esa colonia que a ella volvía loca tan sólo olerlo a un kilómetro. Se sentaron en la terraza de una pequeña plaza, pidieron cada uno su bebida, hablaron de esto y aquello, a la vez que él atendía a unas llamadas de trabajo, ella hablaba por los dos sin freno, quería aprovechar el máximo tiempo posible a su lado, de tanto en tanto le pedía disculpas por ser tan habladora y él encantado que le distrajera la mente para así no pensar en lo suyo, le sonrió invitándola a proseguir. En una de las llamadas de teléfono de él, ella, sin preámbulo ni importar quién hubiera allí, se levantó, poniéndose a sus espaldas, le abrazó mientras dejaba recorrer sus labios en el cuello de su amigo, mordiendo suavemente la oreja, acariciando el pecho del compañero con sus delgados dedos. Su amiga le había encendido en el momento más comprometido, conteniéndose por no cerrar el teléfono y dejar a su jefe con la palabra en la boca, respiraba con intensidad para calmar sus pensamientos, como un buen hombre de negocios, al terminar la conversación.

– Ha sido muy mala…- le susurró acercándose a ella.

– Te echo de menos, cariño… no puedo más.

– Lo sé y yo a ti… hoy no puedo ser, niña…- en su interior la deseaba igual o más que ella.

A continuación él, le comenzó a acariciar la pierna de ella, subiendo la mano por el muslo y debajo del vestido, quería de esa carne que hacía tanto que no probaba, de ésos pechos que como volcanes se los comía sin miedo a hacer daño alguno, arañar la espalda mientras al excitarla oía los orgasmos salidos de la garganta de su amante. Quería volver a verla sudando en una cama mirándose al reflejo de un espejo, viéndola como su niña gozaba del placer entregado por él.

Ambos habían tenido mismos pensamientos más a menudo de lo que se podían imaginar creer el uno y el otro. Pero les llegó la hora de la despedida, pidieron la cuenta y él le dijo:

 – Vamos a dentro. Pero no vamos al baño que te conozco. – le advirtió, demasiado bien la conocía.

 – Demasiado bien me conoces y esto no puede ser.

Sonrió y sus adentros reía carcajada pensando «no sabes lo bien que te conozco nena… sé lo que quieres y pronto nos veremos a nuestra mejor manera».

Tras pagar, salir del local, se fueron a la estación, se dieron un abrazo y unos besos que empezaron en la mejilla y terminaron en sus labios. Piel a piel. Sucios en la cama, libres y maestros del sexo sin pudor, les queda mucho por descubrir del uno y del otro mientras sigan devorándose con la mirada, amándose en sus silencios, queriéndose a su manera.

Tirupathamma Rakhi